domingo, 26 de diciembre de 2010

me gusta hablarle ala luna de mi locura, ella sabe mejor
que nadie el que no tengo la formula para un montón de preguntas
que me asaltan y desnudan la razón, dejan dome a la luz de la inquietud,
capricho de la flor de un día cualquiera
al que la discreción de una gata sigilosa puso el acento
cazando entre revolcones algo que llevarse con buen sabor de boca
para alimentar las suyas propias.